jueves, 29 de diciembre de 2011

Inventario


1. Las hojas terminaron corriendo del lado de los vientos y nosotros sentados en un camino cualquiera, viviendo una vida cualquiera; había relámpagos y cauces de ríos con ballenas y árboles azules con frutos en verde, había gallinas cacareando las verdades y piedras que venían a rompernos los sentidos para que despertáramos del letargo. Y nosotros allí, desde los tiempos de nadie, esperando yo las tormentas, esperando tú los porqués.

2. Sufrí los silencios de todos esos bosques, se me ahuecó la piel por las sombras que me entraron por el talón del pie. Lloré junto a las raíces y ellas crecieron y ellas hablaron y ellas murieron. El peñasco continuó detrás de mi figura, amenazándome después del sueño.

3. Conocí flores nuevas en el camino, flores con almas, flores enormes que me invitaron a bailar toda la noche, y bailé y me cubrí el frío de la madrugada con sus pétalos y hasta las comí: nunca antes había comido flores.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Sin tiempo

Foto: Ismael Francisco
Si te quedaras sin tiempo. Si la vida se te acabara aquí, ahora, sin explicaciones ni oportunidades. Si llegara el fin, la cuenta regresiva de un minuto pálido, serio, débil… Si no te alcanzara el momento para gritar lo que nunca dijiste, para abrir las puertas que por temor mantuviste cerradas y arrancarles las bisagras a mordidas y entrar y ver y ser, tú, de verdad. Si cayera la nada sobre ti con un espantoso sabor a no me olvides, ¿qué harías?, ¿qué harías con esos sesenta segundos? A mí me encantaría gastármelos besándote.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Diciembre

 
“A veces, en raros / instantes, se abre, talud / real y enorme, el tiempo / transcurrido…”

Fina García Marruz

Si te asomas en la ventana antes que amanezca (el último día de este mes), verás caer los años, finos, como gotas de lluvia. Descenderán de las casas, de las azoteas, de los garajes sin dueños, de las sonrisas de los niños de aquel parque, del pelo en blanco y negro de la abuela, de los paisajes y de las hojas amarillas de los árboles. Ocurrirá puntual el milagro, siempre lo hace, Diciembre tiene esa capacidad absoluta de sacudir la vida y llevarse el tiempo. Dicen que lo carga en un baúl enorme y que luego lo arrastra por algún arcoíris o lo esparce en los mares o lo pinta en el cielo.

Diciembre es un viejito dulce, sentado en un sillón la mayoría de los meses, o recostado en las puertas de algunas casas, sin que nadie lo vea, durante los otros. De barba larga donde acumula historias pasadas, como aquella de cuando te disgustaste o la tarde donde se cumplieron todos tus sueños; allí guarda tus recuerdos y los vigila cual celoso guardián con lanza y escudo en las manos. Y si alguna vez no has podido recordar con facilidad, es que él estaba durmiendo, o molesto, porque a veces le arrojan las historias sin avisar y le golpean bien fuerte en la nuca.

Hace algunos años se volvió remolón, eso de esperar tanto también lo desespera, entonces piensa que su vida hubiese sido mejor llamándose Enero, o Marzo o Abril, e intenta escalar el calendario, pero siempre cae (ya sea por el calor excesivo al que no se acostumbra o porque algún día lo empuja de buena gana), una y otra vez, en el suelo que lleva su nombre. A diciembre también le ha costado trabajo darse cuenta que todos somos especiales y que uno debe aprender a aguardar su momento, y que el momento de uno siempre llega, más tarde o más temprano.

viernes, 23 de diciembre de 2011

En un café

Edward Hopper  
Me gustaría conocerte en un café, estar sentada de espaldas a la puerta, entonces tú entrarás, de blanco, con una pequeña mancha en la camisa que te habrás hecho al chocar con el arcoíris esa mañana, blancos también los zapatos, pero el pantalón mejor que sea gris, un gris oscuro. Entrarás mientras yo lea el poema preferido de mi autor preferido, y aún sin verlo repetirás las estrofas, algo así: “te escribiré en las paredes, en la luz, en un cuadrante, será un libro itinerante, rupestre con muchas sedes, te escribiré en polvo, en redes, en agua, en un dinamo, en un litro, un mol, un gramo…”. Yo te miraré entre las letras y tú, como sin quererlo y queriendo, me invitarás a otro café, y yo diré que no, que ya tomé uno, pero tú insistirás e insistirás e insistirás... Nos iremos a un parque, no muy lejos, apenas unas tres cuadras, y allí alzaremos las tazas, brindaremos, me tomarás de la mano y diremos, tal vez, si no hace mucho calor, otra docena de poemas, y me voy a reír tanto contigo, voy a ser tan feliz contigo, que no me cabrán dudas de que debo conocerte en un café, tengo que hacerlo.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Vino el mar a robarnos

Foto: Gabriel Davalos

Vino el mar a robarnos cientos de veces. En las mañanas, trajo olas dulces que nos dejaron granos de azúcar en el pelo, y después las volcamos en el café, riéndonos, en las tardes, y el mar sin saber cómo nos tragábamos su azul, y el mar sin saber cuánto bien nos hacía en el cuerpo sus locuras. Trajo crestas salobres, en las noches, pero ya habíamos aprendido a querernos demasiado, a no detener la danza por ningún temporal, todo ese tiempo, habíamos aprendido a ser eternamente nuestros y del baile.

Entonces tus pies rajaron el viento y mi mano tocó, por primera vez, el vacío, y se nos sajaron los pechos de tanto abrirnos al ladrón de nuestras intimidades, y seguimos bailando, al compás de no sé cuál música, pero juntos, pero bailando, y yo sosteniéndote despacio encima de mis miedos y tu arqueada como la luna antes de dormir, y nosotros de pie, al mar, a ese mismo mar que vino a robarnos cientos de veces y que aún grita celoso por no haber aprendido, ni siquiera, a imitarnos.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Duelo


"Éramos tan amantes que a veces éramos amigos. O éramos tan amigos que a veces nos amábamos. Para añadir un nuevo anillo a nuestra unión, decidimos batirnos. Fuimos a escoger las armas: dos espadas iguales en tamaño y temple. Nos preparamos desde el alba. Ajustados lorigas y yelmos, montamos a caballo y nos pusimos frente a frente. Así estamos todavía. Sin tiempo, encarnizados, inexorables, tratando de vencer de un tajo y para siempre al otro"(Arrufat)

... así estamos, mirándonos, como si nada más importase sino mirarnos, calcularnos, cuidar porque ninguno dé el siguiente paso. Así estamos, tú empuñas la espada con una confianza terrible, y yo apenas la sostengo a mitad del brazo; y tú mirándome con unos ojos que no conozco, que jamás he visto, que no me dan confianza, tú mirándome como si fueras a derrotarme con las pupilas. Así estamos, el abismo enfrente, el sol quemándonos, la luna pintándonos de estrellas y de cometas, la luna jugando con nosotros como si fuésemos dos muñecos perdidos de la casa de algún niño.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Convencerte

Puesta de sol - Claude Monet
No les cuentes. No van a creernos, ni siquiera los testigos. No les cuentes, sabes que es mejor. No lo hagas. Mira, entiéndelo, no seas caprichoso, no insistas, ya te expliqué. ¿Y eso qué importa?, chuuu, no seas bobo, qué más da, eso no nos hace falta, sabes que aprendimos a vivir solo de pedazos robados del arcoíris. Tú verás que no es necesario. Es que, no se lo podemos decir.

A ver: cómo vas a explicarles (y que ellos entiendan) que ayer, sin querer, tropezaste con la esquinita de la Luna que dejé en la sala, y te tragaste al Sol, de un bocado, cuando se estaba poniendo. Cómo vas a explicarles que los dejaste a oscuras para siempre, y que tu estómago es una bola de fuego que nos ilumina solo la casa. Ya ves, te dije que no les contaras, extrañamente nos entenderían.

martes, 13 de diciembre de 2011

Un amigo


Un amigo, de esos que uno conoce antes en algún sueño, tiene los ojos tristes. Entonces no me gusta mirarle a la cara porque no puedo espantar ese color gris de sus pupilas. Mi amigo, cuando levantó la almohada esta mañana, las malas noticias le saltaron al cuello, y no pudo, ni siquiera, esquivarlas. Lo esperaban después del sueño. Yo le propuse que, juntos, sonriamos tanto hasta reventarles los tímpanos, que nos pongamos caricias en el cuello para que resbalen y se marchen a otro sitio, que hagamos naufragar a las malas intenciones, porque nosotros no tenemos sitio para ellas y que pintemos dibujos alegres y corazones y colores. Voy directo a decírselo. No quiero que se le marque la piel a causa de esas pesadillas.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Confesiones

Te quiero, así, en dos palabras y sin adjetivos. Creo que nunca nos ha hecho mucha falta los adjetivos, o los gerundios, en realidad nos basta con unos cuantos verbos y algún que otro pronombre. ¿No es cierto? ¿Recuerdas cuando te encontré?, mis letras chocaron contra tus manos de repente y tú me lanzaste sustantivos a los pies, y me tumbaste, jajajajja, y me di bien duro en la rodilla, oíste, estuve días cojeando. Y después me ataste a la nube de tus ideas hasta que por fin fui libre. Cualquiera diría que fue absurdo, pero aquella mañana fue la más sintáctica de mi vida.

Después sobrevivimos a mareas de faltas de ortografías y a decenas de puntos mal puestos, pero los verbos nos siguieron salvando, sin dudas, fueron los verbos, los verbos y tú, claro está. Por eso te preparé la cena sin muchos aderezos, los justos para cosernos los estómagos y continuar sin pausas. Es todo lo que necesito a estas horas, a todas, porque ya aprendí a quererte sin adjetivos, y no creo que pueda dejar de hacerlo.

martes, 6 de diciembre de 2011

Siempre Paz

En la noches suelo acostarme con sus canciones, y entonces ellas saltan del disco y se agarran fuerte a la lamparita de noche y empiezan a dibujarse en las paredes. Se dibujan en todas direcciones y en todos los tamaños, y se pasan un buen rato guiñándome los ojos y riendo a mitad de la oscuridad. Luego, cuando ya el sueño es demasiado, comienzan a caerse, una por una, sobre la sábana y caminan por el colchón profanándome los sentidos.

Por los oídos me entra Tú y yo, por la boca La ventana, rajándome los labios con una violencia tenue, y por el ombligo Tengo, y por los poros Mulata, y por los músculos Bésame y Distancia por las venas y Canciones por las pupilas y por los cabellos Azul... Por eso despierto en las mañanas con las melodías dentro, y con un sabor terrible a él, aunque no lo sepa. Por eso me parece conocerlo de siempre, de los sueños, de las historias compuestas en otras latitudes y meridianos, pero que de repente se hacen tan mías, tan de mi cama y mi cuarto y mis paredes.


viernes, 2 de diciembre de 2011

Creer


Después de todos estos años jugando a ser de otros, jugando, claro está, a ciencia cierta creo que nunca he sido de nadie, después de eso, ayer se me estrellaron unas cuantas mariposas en la cara. Nunca he sido de nadie, ni siquiera en las tardes cuando el sol lo abandona todo, o por las mañanas, cuando las mentiras duermen sobre el colchón.

Y uno cree haber encontrado el camino, y de repente se te revuelven los ojos y se te tuercen los pies, y apareces sentada justo en el medio del vacío, con ropas extrañas y con un rostro que no es el tuyo. Y entonces gritas, fuerte, tan fuerte que se te rompen los tímpanos, gritas aunque nadie te escuche, aunque no lo hagan nunca; es que después de tantos amaneceres sin sol y unos cuantos besos sin labios, uno descubre cuántas piezas rotas tiene sobre el cuerpo.