miércoles, 10 de julio de 2013

El vendedor de periódicos

Un señor arrastra periódicos, cadenciosamente. La nube de polvo hace inútil el reflejo de los carros vacíos. Todo es santo en la tierra del pecado. Concluyen las semanas como gatos suicidas y las noticias regresan, impúdicas y borrachas, de algún burdel conocido.

Una niña arrastra arcoíris que no tienen sombras en colores, sin ritmo visible. Se corta las trenzas de su abuela y las arroja en el lodazal de la casa. Pinta el vestido con barro, la piel, la muñeca de viento; se aleja, sin imaginar cuánto salvará en la distancia.

Las semillas de los hombres acaban, y los periódicos no atinaron nunca, ni avisaron a tiempo el holocausto.

viernes, 5 de julio de 2013

Laberinto que siempre comienza

 
“(...) Toda ventana abre a otra ventana,
para llegar a cada puerta
hay que vencer otras puertas más hostiles
donde, es verdad,
aprendemos a ser más generosos
y a endurecer de un golpe la mirada”.


José Miguel

El ruido despierta a mi madre que duerme junto a la ventana. La noche se humedece. Tanques pegados como plagas a las paredes del edificio que saben ayudar a las familias en los tiempos de escaso líquido y que producen bullicios incontrolables toda la madrugada. Molesto azote, molestos tanques.

Los vecinos se quejan. Mucho. La mayoría de las veces con razón: que si la basura pasa más tiempo desbordada que recogida, que si las filtraciones son por culpa de los “inteligentes que diseñaron estas cosas”, que si vivir en un edificio es lo peor que te puede suceder. Y si pelean por causas comunes, vociferando desde los balcones, incluso agrediendo a vecinos cuyos argumentos siempre tendrán su parte de lógica.