martes, 28 de agosto de 2012

Omar o el otro infierno

La mujer que más amó en la vida no existe, pero él arrastra su figura cual Horacio en el infierno y grita el nombre en todas las esquinas, en todas las aceras, en todas las calles. Omar tiene una cicatriz horrible en la barriga, como si lo hubieran suturado con mucho descuido, y un solo pantalón amarrado con una tira de la cintura, y un tabaco gastado, un olor fétido que lo aleja de la sociedad y hambre.

Omar casi siempre tiene hambre. Omar no tiene camisas, ni pulóver para cuando venga el frío, ni zapatos, entonces arrastra las huellas de otros en sus pies y barre la ciudad desde muy temprano; ya se ganó unas grietas espantosas que cualquier día le subirán por el tobillo sajándole todo el cuerpo.


Omar orina frente a los centros de trabajo, caga en el bulevar, en el parque, debajo de las estatuas, y duerme abrazado de algún banco. Omar se escapó del tiempo y va por este, ganándose burlas mientras aúlla, desesperado, el nombre de su amada.


Poemas de Horacio

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