viernes, 21 de diciembre de 2012

No termina. Siempre empieza

El caballito de mar y la sombra de la estrella laten en el techo, insistentemente. Se alza la música, las ropas, el olor, en el cuarto. Se buscan, nos buscamos, te busco. Me buscas. Y no termina. Siempre empieza. Se vacía y empieza.

martes, 27 de noviembre de 2012

Inquietudes como arena

El personaje-de-este-comentario camina dándose cuenta que todo el mundo está apurado todo el tiempo y que pocos se detienen en las esquinas o en las cebras. Pocos se detienen. Todos están preocupados, y no les falta razón: hacer magia con el salario y esperar por el trasporte público, por ejemplo, no son cuestiones para relajarse. La noche oscurece a la ciudad cuando aún nadie —o los menos— se han dado cuenta que la vida es menos y que uno se desgasta.

El personaje-de-este-comentario le preocupa que cada vez te atiendan peor en los establecimientos públicos, que la gente se grite a mitad de la calle, que los choferes de la Yutong dispongan quién viaja y quién no por encima de todas las listas de espera. Y después no entiende que el pasillo de la guagua soporte más viajeros, a los cuales no les queda otro remedio (por la falta de espacio) que recostarse casi totalmente sobre los demás pasajeros, sobre el personaje-de-este-comentario. Ha viajado con más peso encima. Igual los choferes. Con más pesos.


miércoles, 21 de noviembre de 2012

El radio VEF y la leche condensada

“…Y también porque mirar hacia atrás es más remunerador que lo contrario. Mañana es mucho menos atractivo que ayer. Por alguna razón, el pasado no irradia la inmensa monotonía del futuro. Debido a su profusión, el futuro es propaganda.”

Joseph Brodsky

Nací cuando los 80 iban en declive. Casi tuve que cargar el ataúd de una década que cambió de repente. Pero no recuerdo nada, era demasiado pequeña. No recuerdo ni siquiera las latas de leche condensada en la bodega ni la contra de galletas de chocolate. No viví aquellos años donde la bohemia inundó las calles, ni el nacimiento de la trova, ni las modas exuberantes, ni tantos otros eventos en ámbitos como el literario. Lo sufro. Me doy cuenta y lo sufro.

Pero vivo en una era que tiende a copiar el pasado. El tiempo regresa. Constantemente. Pero llega un tanto —sino mucho— deformado, se expone durante el viaje a modificaciones lógicas de la evolución de la humanidad y no siempre me parece que muestra su mejor rostro. Todo depende también de las personas, del uso que hagan del tiempo transformado una vez que lo tienen en sus manos.


lunes, 12 de noviembre de 2012

Ni morir en paz se puede


Sucede que uno piensa, en un determinado punto de la vida, que pocas cosas pueden sorprenderlo, pero siempre se equivoca; y enmudece cuando viene alguien y le cuenta sobre «los disparates» que están haciendo en la funeraria. ¿Qué?, te asombras, y no puedes creerlo, pero lo haces, porque sabes que el cubano es el único ser capaz de enterarse de todo, incluso antes de que sucedan las cosas.
 
Te incomodas, toda persona que te cuenta algo tiene el poder de pintarlo con un realismo tal que te parece vivirlo; y te sulfuras, apoyas su mal genio y sus palabrotas. Sabes que otras veces, cuando has ido a visitar un amigo, por ejemplo, y has golpeado en la puerta, ha salido el vecino X (aunque no te conozca) y te ha dicho: «Menganito hoy tenía el dos en el turno médico para atenderse la rodilla, y yo te aconsejo que ni lo esperes que de ahí iba a conseguir un plomero para arreglar el baño». El vecino X siempre conoce las más emocionantes historias sobre todos los habitantes del barrio.


miércoles, 7 de noviembre de 2012

Encuentro


El vuelo viene retrasado y mamá mira el reloj cada tres segundos. Intenta calmarse, pero la veo llorar sin que pueda detener las lágrimas e imagino que pronto el aeropuerto naufragará en su llanto. Mamá se seca el rostro, con el mismo pañuelo que mi hermano le dejó antes de irse, y le tiemblan las manos y no puede quedarse quieta en un solo lugar. El vuelo viene retrasado y yo miro a las demás familias, todas lloran y hablan sobre la migración. Todos están nerviosos con la mirada fija en la pista de aterrizaje, se aprietan las manos y miran a la pista, lloran y miran a la pista; pero la pizarra no anuncia ninguna llegada.

Mi mamá, las demás familias, esperan a rostros que no ven hace diez o quince años, rostros que crecieron en fotos y en llamadas telefónicas y en paquetes que siempre se retardaron. Y yo en medio de las lágrimas pensando, sin entender muy bien por qué, en qué diablos me habrá traído el muy cabrón.

martes, 6 de noviembre de 2012

MN tiene pesadillas

MN se volvió una chica retraída en los 90. No soportó la crisis. No comprendió el derrumbe. Le fue espinoso digerir el escenario: los productos que invadieron el mercado y la nueva moneda. Cuanto fue, se deshizo ante las necesidades de la gente. Anda triste desde entonces. Ha sido incapaz de recuperar su autoestima. Se debate entre preguntas, a veces, inexistentes.

Demacró el aspecto. Se acostumbró demasiado a ser la piltrafa, la responsable del mal servicio y de las peores ofertas. La etiquetaron, para siempre, en el lado de lo inservible. Y así arrastró la dependencia a través de los años, convirtiéndose, cada vez más, en un fantasma de sí misma, en una negación que no terminará nunca.

martes, 23 de octubre de 2012

Migrar


Nosotros vinimos de Oriente, estuvimos siglos en la carretera haciendo señas, y cargamos los bultos hasta la sombra, pero aún así se quebraron las valijas y se nos metió el sol entre las venas. Nosotros abandonamos Oriente, le huimos al hambre, a la escasez de ideas, a las oportunidades muertas y subimos a los camiones, una y otra vez, y pagamos con los ahorros de toda la vida y dormimos según los baches y las maniobras de los choferes. Nosotros llegamos a La Habana una tarde cualquiera y como fieles emigrantes, que nada tienen, levantamos una casucha de cartón y madera y cortinas de nylon. A nosotros nos quisieron desmantelar los sueños, después de años viviendo a escondidas de la ley. La ley no sabe, absolutamente nada, de nosotros.

martes, 9 de octubre de 2012

Mariel

Mi padre se fue en una balsa, una balsa construida con poliespuma y corcho, con lágrimas de noche, después de la comida, cuando era difícil conciliar el sueño con unos pocos granos de arroz en el estómago. Mi padre se fue por el Mariel, arrastró el bote por la acera y después por la calle de la escuela y pasó enfrente de la carnicería que estaba en huelga. Mi padre se tiró al mar, se empujó él mismo sobre las olas y se perdió en el horizonte dejándonos un puesto vacío en la mesa y las esperanzas de volver a llenar, muy pronto, las cazuelas. Mi padre se fue una tarde, hace algún tiempo, quizá un poco más y aún no hemos descubierto, exactamente, en qué lugar del Caribe lanzarle las flores.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Las luces del parque


Las luces del parque
no alcanzan
la inmensidad
de las sábanas destendidas,
desaparecen
al compás del baile
y las pestañas.
El tiempo es un pez que
abre las branquias
a mitad del Sahara.
El tiempo es un no
que muere,
un poeta suicida
y con muletas,
una ventana que
se abre,
un ensayo de Borges
que cuelga
de tus ojos.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Funerales

 
“Quién pudiera contarlo, / quién tuviera la rápida voz del ave / que inclina tras su nada / a la espiga solitaria sobre el pasto.”

José Miguel Gómez

De pronto, el eco de los que venían, nos hizo reparar en cuestiones metafísicas. Los siguientes minutos se ocultaron con facilidad, fue como si la muerte nos hubiera besado los rostros, los de todos, uno por uno. No hablamos. No nos miramos. No pronunciamos las palabras absurdas de siempre. Solo esperamos, apenas eso.

Los que venían paralizaron el lugar: el pueblo de los molinos no fue de vientos esa mañana. Ellos marcaron los pasos en las calles, y nosotros, intrusos en sus tradiciones, miramos desconcertados la escena. Los que venían lo hacían cantando, lanzando plegarias con el rostro amargo y las manos caídas; venían marcando el tiempo, deteniéndolo, impulsándolo.

El cortejo apareció en el parque central cuando ya nosotros estábamos firmes frente a la emisora de Cruces, la visita se paralizó y la banda municipal que ensayaba a uno metros de allí, soltó los acordes en el suelo, e interrumpió las corcheas a mitad de los instrumentos, y se fueron parando, y se quitaron las gorras, y bajaron las cabezas. Los niños dejaron caer las bicicletas, apretaron las pelotas contra el pecho y guardaron las barajas. Los novios no se besaron y los vendedores apagaron los pregones.


jueves, 6 de septiembre de 2012

Tierra sobre la tumba

Todos los fantasmas pululan de noche en su cuarto y hasta tienen sexo con su esposa, la violan antes sus ojos sin ningún recato y él no puede hacer nada para detenerlos. Lo peor es oírla gritar, verle la cara de placer y sentir cómo humedece el colchón y la almohada y sus piernas. Ella queda exhausta y él con muchas dudas de que pueda contarle lo que sucede. Tienen dos hijos, y a estas alturas, el sepulturero también se pregunta si serán suyos o de alguno de los miles de cadáveres a los que le tapó el cuerpo con tierra.

miércoles, 29 de agosto de 2012

A un hombre misterioso

Tú siempre te escondes detrás del campanario o entras al reloj del parque y alteras todos los tiempos. Tú me alteras el tiempo: lo detienes o lo aplazas o lo aplastas a tu gusto, y yo esperando a que termines de jugar para salir a la calle sin que se me vuelquen las carreteras o el cielo se intercambie con los mares.

Yo siempre espero, como una loca con los brazos contra el cuerpo y la camisa de fuerza, o dibujando libélulas en las libretas de las notas, o escribiéndote, hombre misterioso que aún no conozco.


martes, 28 de agosto de 2012

Omar o el otro infierno

La mujer que más amó en la vida no existe, pero él arrastra su figura cual Horacio en el infierno y grita el nombre en todas las esquinas, en todas las aceras, en todas las calles. Omar tiene una cicatriz horrible en la barriga, como si lo hubieran suturado con mucho descuido, y un solo pantalón amarrado con una tira de la cintura, y un tabaco gastado, un olor fétido que lo aleja de la sociedad y hambre.

Omar casi siempre tiene hambre. Omar no tiene camisas, ni pulóver para cuando venga el frío, ni zapatos, entonces arrastra las huellas de otros en sus pies y barre la ciudad desde muy temprano; ya se ganó unas grietas espantosas que cualquier día le subirán por el tobillo sajándole todo el cuerpo.


viernes, 24 de agosto de 2012

Marcel Marceau me pinta una rosa

Marcel Marceau me pinta una rosa por detrás del hombro. Me sostiene un brazo y me susurra palabras en forma de mimos. Marcel Marceau me profana con un pincel, con una acuarela que sangra y tiene sabor a escenario y a ovaciones del público.

Y yo sentada de espaldas, en la banqueta del atrezo que cojea, y él humedeciendo con saliva la figura para limar los desperfectos, y yo con un vestido de señorita lejana y con las espinas del dibujo astilladas en los dedos. Marcel Marceau me pinta una rosa y me llena el resto del cuerpo de figuras que surgen de sus manos.




miércoles, 22 de agosto de 2012

Abrir las piernas al poema

Me escribí tus poemas en el cuerpo, con tinta y saliva, y me recosté en la azotea para secarme. Las letras se fusionaron entre los poros a medida que avanzó la madrugada, y un temblor me hizo recitarte de memoria. Las estrellas vibraron a la par, y yo con tus letras dentro, con la palabra “viaje” subiéndome por los muslos y “locura” besándome el cuello y “perpetuidad” colándoseme por el ombligo. Tus sintagmas me salieron por la boca en tropel desesperado, e hicieron un estruendo que despertó a los vecinos a las 4:00 a.m. Todos se asomaron, intrusos, a ver qué sucedía.


lunes, 20 de agosto de 2012

Misiones

La niña apenas tiene cinco años y tú te asomas en la cuna a las tres de la madrugada e intentas grabarte sus detalles. El viaje será pronto. Cruzarás en Atlántico y la extrañarás de inmediato, a cada segundo y hasta en los sueños, y te parecerá verla cada vez que un niño africano, negrito y sucio, se te acerque en una consulta. Te perderás las fiestas del círculo y no estarás para explicarle los porqués, ni para verla sonreír, ni para bajarle la fiebre o una estrella.

La niña apenas tiene cinco años y no entiende de estas cosas, por eso te asomas en la cuna de nuevo, lo haces durante el resto de la noche, e indistintamente, miras el pasaporte y las maletas. Las dudas te corren el cuerpo, estás indecisa y tu familia: sí muchacha, vete, nosotros te la cuidamos, y tu marido con el rostro compungido y sin decir palabra y el refrigerador medio vacío y las necesidades golpeándote la conciencia. El viaje será pronto.


jueves, 16 de agosto de 2012

Niños que vinieron con la marea

Foto: Ismael Francisco
 
Los días se confunden con fantasmas
y las olas con niños que alguna vez 
estuvieron arrodillados mientras
calmaban la sed con la marea.
Ellos vivieron aquí, hace mucho tiempo,
cuando había otros soles, 
y construyeron sus casas con arena y sal,
y en un saco enorme guardaron las tristezas
y las escondieron en la cúspide del faro.
Ellos guiaron a cuanta sirena se extravió
en el Caribe, dicen que perdieron los oídos,
pero jamás se les vio huir cuando ellas

martes, 14 de agosto de 2012

Quiero tener un novio como Dalí



Quiero tener un novio como Dalí, que se pinte de azul las axilas y me llame Gala y me dibuje muchas veces en muchas esferas. Quiero que me rescate de Paul Éluard y me hunda en el surrealismo más bruto, más espantoso, más competitivo. Quiero un Dalí con bigotes enormes que suban entre las sábanas y me hagan cosquillas en las noches; un Dalí que se robe todos los pinceles del mundo y practique sus elefantes sobre mi cuerpo desnudo, sobre mi cuerpo-lienzo, mi cuerpo-paleta. Quiero ser la muchacha en la ventana, y morir, tranquilamente morir, aún sin tocarme, después de un orgasmo.

lunes, 13 de agosto de 2012

Persistencia

La persistencia de la memoria / Dalí
Después de estos años en los que cerré los ojos mientras tú mentías, y empecé a preferir tus días, comidas y lugares favoritos; después que detuve mis sueños para cumplir los tuyos y nublé la realidad y creí ser feliz y pensé, que en realidad, mi otra almohada no estaba vacía y aguanté lo que nadie, no pudo creer en la traición de mis pensamientos. Después que desperté cuando estuve bien lejos y bien oscura, no puedo creer que anoche, mientras estaba sentada sobre el muro del malecón, te me aparecías en todos los rostros, no puedo creer que escuché tu voz y extrañé tus besos; es absolutamente imposible que alguien, que yo, a sabiendas que no es lógico, pueda añorar al único ser que empañó todas mis alegrías con tanto daño.

miércoles, 8 de agosto de 2012

Alcancía

Mi madre rompió la alcancía con un martillo y estuvimos barriendo las esquirlas durante todo el mes. La figura se desmoronó regándose por toda la casa en pedazos imperceptibles, y luego nos hicieron heridas en la planta de los pies, pero el dinero no alcanzó para las curitas. Mi madre reunió las monedas encima de la mesa, las fue contando una por una, mientras se le encorvaba el cuerpo de tanto dolor. Ese día volvimos a comer arroz y frijoles y volvimos a tener hambre cuando fueron las diez y nos volvimos a dormir pasándonos la mano por el estómago. Mi madre lloró el resto de la noche hundida en un mar de pesetas y lanzó una, quizá dos, hacia arriba, apostó cara o cruz por el futuro, con la esperanza de que algún día no tuviera que plantar el martillo en otro sitio.

lunes, 6 de agosto de 2012

El cielo llorará


El cielo llorará el día 12, ya lo avisaron los radares y los meteorólogos y las señoritas del clima, aparecieron con sonrisas cálidas y apenas abrieron los labios para decir: el cielo llorará; y hasta se pusieron alegres y recomendaron a las familias y a los enamorados y a los amigos y a los enfermos de los hospitales y a los que perdieron un sueño alguna vez, salir afuera, tender un mantel en algún descampado y recostarse, boca arriba, a esperar. Recomendaron también tomarse de las manos cerca de la medianoche, darse besos en lugares inimaginados de los cuerpos (como un nudillo o una uña o la rodilla), arrancarse un cabello, dejar escapar al pensamiento más prohibido y darse pellizcos para no perderse en el letargo.


viernes, 3 de agosto de 2012

Cuernos


Ella  tiene sobre el cuerpo otros cuerpos y en el oído otras palabras. Cuando él le toca los muslos reproduce otros muslos y si le acaricia la boca en realidad lo hace sobre otros labios. Ella no se distingue sobre el colchón, hace días que no lo hace; y él penetra a otras y escucha los gritos de otras y tiene orgasmos dentro de las vaginas de otras.

Las intrusas pasan la noche sobre el colchón, acurrucadas entre los pliegues, boca abajo en los pies de él, boca arriba entre los senos de ella. Son insoportables los bostezos en las mañanas y la cola para el baño. Ella piensa cómo liberarse y no sabe que, su marido, traerá para siempre colgados del pantalón a todas sus amantes.

miércoles, 1 de agosto de 2012

El agro

Foto: Sara Saudek
El llanto retumba temprano en las paredes, estremece la casa, despierta hasta las arañas que se desacomodan de las esquinas para no ver. La niña estira a su antojo el seno de la madre, succiona con los ojos cerrados, como si nada más importara en el mundo, y así es. El cuerpo diminuto se espabila después de la leche, llora otro poco, eructa, duerme otra vez.

Cuando la madre se va, la pequeña aún tiene los ojos cerrados y no ve y no sabe y no descubrirá nunca a su madre con las manos llenas de fango, ni a un papel sucio y un lapicito para anotar las cuentas; no sabrá cómo, Regina, la madre, prostituyó su profesión al ella nacer, cómo tuvo que ponerse a trabajar en el agro, en el de la esquina, vendiendo frutas y ajos y viandas aún con la licencia colgada de la panza, cómo tuvo que deshonrarse la ropa para que, al amanecer, hubiera algunos billetes en el bolsillo y leche en sus tetas.


lunes, 30 de julio de 2012

Matrimonio


Marcos y Lucía tampoco se casarán este año. Hablaron en varios bufetes y en las notarías y pidieron clemencia a miles de jueces legos, pero ninguno aceptó un cheque de amor u otro que en vez de ceros estuviera rellenado con besos. Todos le tiraron las puertas en la cara y ellos, cabizbajos, volvieron a sentarse sobre el puente de siempre para encontrar nuevas fuerzas. 

Las aguas crecieron, bajaron desperdicios y subieron botellas sin mensajes; y ellos allí, con la mirada fija en los ojos del otro, pero sin ver. Los sueños se deshicieron al viento y las promesas se rompieron de a golpe por la tragedia y se les gastaron los sentimientos, los vendieron en busca de capital. Se quedaron vacíos, abiertos al puente y con los papeles por firmar.

jueves, 26 de julio de 2012

Tus remos


Los remos naufragan sobre las olas. Suben, bajan, retroceden. Los remos de madera podrida, de madera que ya no es sino restos de ella misma, están ulcerados de tanto huir de ti. Le temen a tus manos, a cuando los hundes hacia el fondo y los obligas a transitar el sendero equivocado; le temen a tu demora, a su ahogamiento. Pasaron una vida entera procurando dejarte, procurando no creer tus pasos, pero era demasiado gentil tu sonrisa, demasiado verdad tus promesas. Una mañana despertaron con el cuerpo mojado, sin bote, sin ti; despertaron de la pesadilla de seguirte.

martes, 24 de julio de 2012

La flor adentro

No sé cuál fantasma te rodea, pero alguno te he visto en el rostro. No sé si competimos antes en este juego: tú en esa montaña, yo en aquel valle, tú gritando al eco el mejor poema, yo devorándolo aquí abajo, abriéndome el pecho para que entrara sin dificultad, y los sustantivos enredándoseme en las costillas y los artículos violando al corazón y gemidos y los participios descansando sobre el estómago.

Luego yo contraatacado con mis historias, mis historias sobre ti, que pudieron comenzar en una biblioteca o en un burdel, contigo vestido de monje o conmigo disfrazada de puta, tampoco lo sé; pero allá fueron, a la cima, con fuerza, y te desnudaron, despacio, en silencio. Llovieron flores, muchas flores que tal vez alguien lanzó desde el auditorio, pudo ser un tipo con barba o una señorita decente y pudorosa que también se humedeció después de verte. Cedimos a los aplausos y te acercaste cubierto de pétalos.


jueves, 19 de julio de 2012

Todas las noches de verano

Hablaste de profanarme. Luego accediste al juego con las manos. Fue extraño ver a los amigos en el cuarto, es verdad, pero al menos piensa que no estuvimos solos, que cruzamos la línea a la par, que nos alejamos de la palabra NO con el mismo miedo que le tenemos al SÍ. Ellos se mantuvieron en vela, por nosotros, y vigilaron todos los movimientos: el de la pierna más abajo, el de ponte boca arriba, y hasta la quietud y las justificaciones del después, cuando la cordura bajó al colchón a preguntarnos qué habíamos hecho. Y no le respondimos, nos queremos y nos basta.

Desde entonces, todas las noches de verano, tendrán un olor distinto.





miércoles, 18 de julio de 2012

Viernes 13 en La Coubre


La Coubre / La Habana


Llegas temprano. Desde niña aprendiste que al que madruga Dios lo ayuda; y crees que sí, que por levantarte a las 5 de la mañana todos los santos se pondrán de tu lado. Corres con la mochila que te hace una presión enorme en la espalda, pero no importa, corres, le haces señas al chofe y subes al P15 ya con el sudor profanándote los espacios. El recorrido es largo, recuerda, estás en Alamar, en La Habana del Este, va a tardar casi una hora completa llegar a La Coubre.


lunes, 16 de julio de 2012

La cena

La cena estuvo lista a las 10. Sirvieron la mesa. Lanzaron los platos desde la cocina, uno tras otro, sin parar; y luego fueron las ollas y los calderos embarrados de salsa, una salsa roja y embrujada, y después las espumaderas, los cucharones, los tenedores y los vasos. Todos volaron hasta caer sobre el mantel, sin derramarse apenas un solo grano de arroz, o salirse un solo trozo de carne. Ellos, los dos, vinieron más tarde, cuando ya yo tenía las piernas cerradas y el estómago abierto.


miércoles, 4 de julio de 2012

Olas (y trenes) en casa



Me acosté a tu lado. En silencio. El tren continuó con los ruidos durante el resto de la noche, y en la mañana estaban las marcas del  humo incrustadas en las paredes, y el eco de los avisos de partida se repetía en los tímpanos provocando que nos estremeciéramos, otra vez, por dentro. Y sobre lo rodapiés estaban los  besos que la gente lanza a lo viajeros, y retratos despedazados por culpa de ese que no volverá. Te levantaste, y recordé la última vez que estuvimos juntos, en otra isla, tú en pilotes, yo en el agua, y sin tocarnos, siquiera rozarnos, pero desnudos y abiertos para el otro.


lunes, 2 de julio de 2012

Un día cualquiera del vendedor de libros

“Vende a la vez que sueña. / (…) Tiene los ojos hinchados de mirar sin ver, / y los tímpanos carcomidos por palabras esdrújulas…”

Alexis Díaz-Pimienta

Pedro tiene los pies cansados de colocar sus pasos sobre los pasos de ayer. No recuerda bien su nombre, y puede llamarse hoy Damián y mañana Ricardo. A Pedro (que no sé cuál era el mote de turno aquel día) solo le interesa llamar la atención de los clientes con las letras que trae debajo el brazo, y sacarle un buen precio a los libros, un precio que le permita tener monedas para después, para las noches, cuando el dolor de las piernas sube desesperado a atormentarle la cabeza; para después, cuando ni Balzac ni Stendhal, son capaces de atenuar la inconsistencia de la vida.


martes, 26 de junio de 2012

Con Pimienta siempre es jueves

“Toda cita es un encuentro antiguo”

Quizá tropecé desprevenida con alguna letra, y pensé que era una raíz intrusa de un árbol que se desvió de rumbo. Algún verso tuvo que sobrevolarme, chocar con mis labios o enredárseme en el pelo. Sé que había rimas aderezando la calle, y ¡hasta las nubes!; tal vez por eso, un poco más tarde, ya dentro del Costillar de Rocinante, me saqué de un golpe este verso de entre la blusa: “… coincidimos. / En algún sitio de la ciudad / abriste tú la puerta y yo ya estaba / se abrieron nuestras pieles como celdas oscuras / y fuimos empujados hacia dentro…”. Y no me sorprendí, a esa hora, después, cuando intenté calmar al asombro en medio de la madrugada, simplemente atiné a recostarme contra la almohada, contra el poema, y seguir soñando.

La Avenida de los Presidentes era puro verso aquella tarde, una tarde de jueves, aunque justo empezaba la semana. La calle G era toda poesía: las estatuas le recitaban a los árboles y estos a su vez a los bancos y luego a las aceras y a las hojas que volaban tras el viento y a las muchachas que iban pensado en no sé qué cosas, sin sentido, y también a los muchachos desarmados que no escucharon los cláxones detrás de la pasos de la dama.


viernes, 8 de junio de 2012

Trovadores de olas

Las cuerdas, salobres, caminan a la par de la noche. En silencio. Los pasos se pierden entre la gente y los pedazos de olas que saltan sobre el muro. Despacio. Venden la voz. Cobran por el talento que sueltan a la brisa. Estuvieron toda la noche pasando. Una y otra vez. Como si la vida se redujera al momento en que alguien se decide a cambiar centavos por melodías. Como si el malecón de La Habana no supiera de memoria sus pasos. Como si no descubriera el dolor verdadero en los ojos, y el nudo que se les hace en la garganta ante cada petición. Las cuerdas de una guitarra son las más débiles amigas de esos hombres.

viernes, 1 de junio de 2012

Los niños y el lago

“Un niño es la verdad con la cara sucia, la sabiduría con el pelo desgreñado, la esperanza del futuro con una rana en el bolsillo. (…) Un niño es una criatura mágica”.

La infancia es un gran lago donde hay niños, de todos tamaños, pesos y colores, encima de sus cunas agitando las aguas, tragándose las olas, una por una, y luego las devuelven para que llueva sobre las ciudades. Y llueve con sabor a niños y a biberones y a pañales; y hay olores que nos recuerdan cuando nosotros, también, estuvimos desnudos en aquella laguna e hicimos travesuras hasta el cansancio.

Vienen los ciclones si ellos están enfadados, y hay sequías prolongadas cuando se les antoja dormir en demasía. El mundo entero funciona a su antojo: los pájaros vuelan porque ellos soplan, la luna y el sol aparecen en el cielo porque los usan como papalotes y las sonrisas llegan a las casas cuando pactan con las cigüeñas para que los cuelen por las ventanas o los inserten en los vientres de mamá.


viernes, 25 de mayo de 2012

«Me siento muy bien en los extremos»

Tiene la piel hecha de remiendos. Piezas diferentes que traducen historias de otras épocas. Las costuras no le dañan la delicadeza del rostro, ni impiden que continúe robándose el aire y dejándonos con poco para respirar. Y cuando pisa, por debajo de un pie, se desprende un olor a claquetas que te entra por los ojos, y de la otra pisada surgen melodías y luego cuadros y muchos colores que te obligan a preguntarte si por dentro le corre sangre común.

A sus películas las lleva colgadas en el cuerpo. Si te fijas, le verás por sobre el hombro a la chica de Tacones Lejanos y en los muslos a La ley del deseo y entre los dedos a Amantes y por detrás del cabellos a Kika. Cuando habla, te envuelve en un halo de historias que uno no quiere que terminen, entonces te parece que ella ha salido de algún filme para conversar contigo.

Victoria Abril resurgió de la pantalla. Empujó durante unos minutos, como si realmente le fuera difícil traspasar el umbral y el espacio. Sacó primero las manos, después el rostro y el torso y luego toda ella resucitó, cual diosa, ante el público. ¡Bendito sea el milagro!


martes, 22 de mayo de 2012

Planes inmediatos

Voy a fugarme del tiempo, a violar los espacios donde hay silencios que revientan los tímpanos, a besar los ruidos de los que jamás escucharon la brisa. Voy a desprenderme los ojos para que nadie ose juzgarme por las historias del iris y abriré los brazos mientras la sangre me corra por la mejilla. Voy a decirte que te encontré entre mis letras, cuando en realidad te salvé de las polillas que me consumían los libros en las noches. Voy a mentirte y luego te diré que los lagos siguen siendo azules y que tu voz no envejece. Eso, lo mereces.

No quiero pausas antes de las sogas. No quiero canciones que rayen de corcheas las paredes. Quiero la manzana, sin gusanos ni serpientes saboreando el olor en el aire. Quiero tu risa sin cordeles que estén estirándote el rostro desde el cielo, y tus manos cálidamente frías sobre mis muslos. Hazlos sangrar también. Quiero estar sola, sola contigo y conmigo, después de la cena, a las 8, luego del poema de Pizarnik y de que, mirando la rosa, se pulvericen los ojos.


lunes, 21 de mayo de 2012

La mentira

La mentira tiene un solo rostro. Yo la conocí hace años, era muy niña, pero no olvido la forma en que me sacó la lengua y me rompió los juguetes con una gran sonrisa mientras yo me escondía debajo de la cama. Ese día la vi, con unos trajes enormes y una soga en la mano; y aún cuando cierro los ojos, recuerdo sus pasos, y la siento, de nuevo, encima de mí.

Tengo su mirada clavada en la sien y cada vez que está cerca, me sube un desespero que me ahoga torciéndome la garganta hasta asfixiarme. No sé por qué me persigue. Tengo los pies roídos de escapar, aún así, siempre me encuentra. Puede disfrazarse de cualquier rostro, metamorfosea a gusto en cualquier cuerpo, en cualquier gesto, y el aire se inunda de ese olor a ella. La reconozco aún en sueños.

sábado, 19 de mayo de 2012

Promesa con insomnio

Estuve despierta toda la noche -aún cuando dormía estuve despierta- pensando en inglés o viéndote bailar, otra vez, a mitad de G, en plena madrugada de noviembre, cuando todos nos despedíamos del tiempo. Y me apareció en medio del cuarto, de entre las paredes, el coro de las chicas rogándote, y aquellos policías locos que nos lanzaban miradas de retención y se tocaban el bastón con propiedad y los muchachotes emos que tal vez hubiesen preferido sentarse en nuestro círculo para darle también alguna vuelta a la botella, sin que importara demasiado si le tocaba el pico o la culata. Y después las preguntas y las respuestas a medias y el traguito y los poemas y otra vez el baile y los gritos de las chicas. Por eso, no hay asombro si las imágenes viajan en las noches, cuando no podemos dormir, o cuando un terrible insomnio nos descubre al final de los encuentros y encima del colchón.

lunes, 14 de mayo de 2012

Cuchara y tenedor van al baño


“¡Cuentan las cosas con tantas palabras raras, y uno no las puede entender!” 


Y, a veces, uno tampoco logra entender las cosas que no nos cuentan, sino las que ve con los ojos mismitos de uno. Y se le hacen raras por enésima vez y dan vueltas en la cabeza con un tono inexplicable y hasta le reprimen por desconocer de razones. No lo voy a negar: siempre he creído en el poder de las palabras, me gusta imaginar que vuelan, que se desprenden de los libros y violan los espacios de todos -incluso de aquellos que la abandonaron alguna vez- y que llegan, por los senderos más inhóspitos, hasta los sitios más inhóspitos. Me divierte esa colisión de historias en el aire, me enajena sentir los cuentos de Rulfo, o de Emerio o de Cortázar, rozando de a todas con poemas de Carilda o de la Loynaz o de Pimienta; me encanta cerrar los ojos y ver saltar a los personajes y descubrirlos bailando en la cocina o pescando encima de la mesita de noche o volando, aunque sea un señor muy viejo, entre colinas como elefantes blancos.


viernes, 11 de mayo de 2012

La caza


Se conocieron meses antes, cuando lo de la explosión. Él apenas alcanzó a mirarle los ojos. Fue suficiente. Ella tenía todo lo necesario para ejecutar un plan perfecto. Las caderas abultadas y la sonrisa atrevida. Buenas piernas, buenos hombros, mejores nalgas. Nadie dudó nunca de que fuera ideal para su empresa. Aquella misma noche él se aseguró de todo. Calculó las extremidades de ella, espiándola por detrás de las reuniones, la potencia de la voz, la capacidad de la mente y la resistencia de la piel. Anotó los cómputos en la libreta desvencijada, página 577 y fue a dormir con la malicia comiéndole los sesos.


jueves, 10 de mayo de 2012

Lágrima

"Ya pasó el invierno / y aún tu sombra / en mi cuarto va llorando / una lágrima..."


La mancha humedece hasta el silencio. La pared es una laguna de cal que fluye sin cesar, que mana del techo hasta el piso, como una danza egipcia en la tranquilidad de los hipogeos. Todo es agua. Agua blanca que roba la paz del viento. Yo entro en bote todas las noches, a la hora del sueño, sin maquillajes. Atraco junto al colchón, tiro el ancla, ajusto la soga contra el manubrio de la ventana, y me lanzo, con el salvavidas abrazándome la cintura, dentro de mi lágrima.

martes, 8 de mayo de 2012

Las madres envejecen de querernos

“Las madres envejecen de querernos, / de intuir el peligro en las esquinas, / 
de zurcir sus ojeras para vernos…” -


Ella tiene nombre de santa profana, de “virgen del pecado” y la piel curtida por alguna anécdota de esclavos. Vino de África. Sobre un barco gigante cruzó el Atlántico. O quizá no. Tal vez llegó desde China con una familia que jamás conocí, con deseos de prosperar en estas tierras. O quién sabe si la trajo alguna cigüeña loca que naufragó entre las nubes de los cielos de Cuba.

No recuerdo con exactitud el día en que nos presentaron. Dicen que yo aún tenía los ojos cerrados y un tamaño minúsculo. Dicen que no fui muy educaba, que grité sin muchas pausas mientras me ponía roja, y que solo atiné a irle encima del pecho, sin importar nada más. Dicen que fue en un hospital, cuando yo aún no tenía nombre.

Lo supe después por las fotos. Aparecía yo regordeta y ella: china, africana, con historias saltándole entre el torso y las manos; dicen que anécdotas de una región llamada Magdala. Llevo mucho de ella. Lo sé porque me he descubierto frente al espejo con facciones que no son las mías, con muecas que la retratan al movimiento, con palabras que luego me parece ya haber escuchado. Lo sé por esa manía en que, años después, hemos reñido por la autenticidad de los gestos, de las ideas.


viernes, 4 de mayo de 2012

La curva en la carretera

Nunca antes estuve en un accidente. Son espantosos los gritos, los ojos, las expresiones de los rostros que tienen que ser las mismas de uno. Y luego todo el mundo corriendo, bajando de la guagua con un susto de muerte, sacudiéndose los vidrios de la ropa y echándose saliva en las heridas casi imperceptibles que descansan como puntitos rojos por toda la piel. Después los abrazos al borde de la carretera, las miradas intrusas y alarmantes de quienes venían detrás (o delante) en otros carros, y nuestros uniformes azules temblando y temblando. Y los ¿estás bien?, ¿te pasó algo? y luego las lágrimas, vivas, a borbotones que no parecían tener fin.

jueves, 3 de mayo de 2012

Colores

La pintura me empezó por las uñas y antes de la tarde ya me había subido por los dedos hasta la muñeca. Se me confundió con la piel, bien despacio, mientras intentaba pensar en otras cosas. El cuerpo no fue más de un tono pálido, sino una gran paleta de colores de algún genio impresionista. Luego sucedió con la casa, las ventanas, las alfombras, la cocina, todo fue tiñéndose de azules y de verdes y de naranjas y de rojos. Me tendí boca arriba sobre la sala, respirando también en colores, tosiendo en colores, mientras la Parca, como el arcoiris, se recostó a mi lado para explicarme los nuevos reglamentos del infierno.

miércoles, 2 de mayo de 2012

Silvio, la música y el barrio

Silvio

La llovizna humedeció el pentagrama, una y otra vez, haciendo borrosas las corcheas y las semifusas, y dejando en las pieles un olor extraño que traía recuerdos de otras tierras. Pero nadie se movió de su sitio, no pestañeamos siquiera para sacudirnos las gotas del cuerpo y continuamos tarareando las canciones, abriendo las bocas al viento y mirándolo, sobre todo: mirándolo.

La figura, con guitarra en mano, se sentó a un lado de la bandera, y de repente quedó alumbrada por las pupilas y las luces de la noche. Cuando apareció, rompió un temblor de aplausos y las cabezas se alzaron desde la calle para descubrirlo por debajo de la gorra, entre los espejuelos, para descifrarlo como cualquier otro dios mortal sobre la tarima.

No hicieron falta las presentaciones. Luego sobrevino un silencio y quizá se impacientaron los rostros que él reconocía ajenos. Rompió la melodía, saltaron de las cuerdas los acordes —y de la flauta y del bajo y de la batería y de las otras cuerdas—, se dibujaron en los cuerpos, despacio, al ritmo mismo de las frases. ¡Comenzó el concierto con una sorprendente nube de acordes nublando los sentidos!


viernes, 27 de abril de 2012

Sueño

Victor Manuel
Sueño con ríos, con tus ojos como dos lucecitas aventándose detrás del monte, con una yegüita donde paseamos los domingos en la tarde y me sube por las piernas ese cosquilleo que sabe a hierbas frescas. Sueño con la tierra después de la lluvia, con ese olor a mojado que me recuerda nuestros cuerpos desnudos a la orilla de los guijarros, que me recuerda tu mano intrusa y mi piel empapada.

Sueños con nuestra casita y con los niños que vendrán después y con el paisaje y las noches de Luna llena y con hacer el amor en la cocina y en la sala y en el portal cuando los vecinos duerman. Sueño con mogotes, con surcos, con flores, con una tacita de café en las tardes que sea capaz de crear historias para mis letras y contigo. Sueño con sueños: esa es la única forma de sobrevivirnos.


Guajiro / Sexto Sentido (Video)

miércoles, 25 de abril de 2012

El mar y 23

La madrugada tiene un poder extraño, todos nos desconocemos aún con rostros célebres, todos nos abrazamos en las esquinas y nos damos besos y nos repartimos salivas por el cuerpo. Hacemos orgías en la cebra, y tú me miras cuando estás encima de ella y yo lo muerdo a él pensándote. Rodamos una cuadra y estamos frente al Yara y no somos más que personajes de alguna película que fuimos expulsados de la pantalla.

La Rampa. Allí hacemos culto a Sodoma, una y otra vez, mientras escalamos el ICRT para que llueva en blanco sobre 23. Los placeres nos cuelgan de la voz y apretamos los brazos y nos estrujamos contra los edificios y volvemos a Coppelia, para violarnos en cada silla, y luego hacemos bulla en el Habana Libre emborrachándonos con los matices de Amelia. Después asaltamos la Casa Balear y el café de G y cuando doblamos un poco a la derecha no vemos los rostros de los presidentes en la Avenida, sino que somos nosotros: nosotros con poses excitantes, con las piernas abiertas y los rostros extraviados.

martes, 24 de abril de 2012

La espera

Te abrazaré cuando llegues, me prenderé de ti como si fuera yo un asesino y tú la víctima solitaria en el pasillo oscuro. No pretendo soltarte aunque supliques, aunque los otros nos descubran, al amanecer, parados aún en el mismo sitio. Échale la culpa al tiempo, a esta manía de que las cosas nazcan en los lugares equivocados, a la hora en que nos conocimos después de haber esperado tantos siglos para mirarnos a los ojos (y ahora de todas maneras tenemos los pechos rotos), para tocarnos las manos, para leer nuestros cuerpos en las letras, para que pudiera yo escribir, por ejemplo: te abrazaré cuando llegues.

Las manos me sudan, como deben sudarle a los asesinos, estoy nerviosa, como los asesinos antes de arrancarles la muerte a sus vivos, estoy pensando en ti calculadamente, como piensan los asesinos. Estoy esperando a que me derribes la puerta, a que sueltes el maletín y asistas a la hora de tu ahorcamiento.

lunes, 23 de abril de 2012

Algunas calles de La Habana

... no sé por qué, me dan una tristeza que espanta. Entonces trato de cerrar los ojos para no verle el rostro a las casas o las señas de súplica que me lanzan los edificios; pero me persiguen miradas de no sé qué fantasmas, y aquella tarde hasta me sostuvieron por la cintura y me acariciaron el pelo y yo intenté soltarme pero no veía las manos y sus rostros no tenían sonrisas, pero sí un olor fuerte, muy fuerte que me erizó los pelos que me afeito.

Algunas calles de La Habana, bajo el sol, se inclinan sobre la acera donde me tomé aquel batido de mamey, se inclinan y, quizás, besan el cemento si nadie las mira. Y nadie las mira: unos andan levantando cartelitos donde se lee: “restaurante”, “buena comida china”, “rent rooms”, “taxi”, “pizza”, y otros le pasan por el lado, esquivando el mareo de ofertas y del dinero que no tienen; mientras otros se sirven toda la comida.

jueves, 12 de abril de 2012

Colas


Nada más tiene que parar a la hora que yo le diga, frente a los establecimientos que yo le diga y que usted bien sabe, no se me haga el tontuelo, que estas cosas todo el mundo las ve aunque sea con los ojos cerrados; entonces me creerá. Y si se queda cerca para el momento en que comienza la función –porque lo es- advertirá cómo los cubanos han aprendido bastante de las sagas de caballerías. Y poco importará si el mismísimo Mio Cid o Don Quijote, con molinos y lanzas, están de primeros en la cola, ellos quedaran derrotados ante las nuevas estrategias de combate.

Poco interesan ya las buenas normas, sí, se sabe que la situación está difícil y que los dependientes, los horarios y las cantidades de los productos no se lo ponen a uno muy viable, pero no creo tampoco que la situación tenga que ser un caos. No creo que las colas transfiguren en escenas de películas del oste o en la tonta secuencia americana donde solo los héroes salen airosos y con el botín en mano.

Los botines también varían, tenga la certeza que eso dependerá de hacia donde se mueva, ese día en específico, la necesidad de la gente. Y no me venga con cuentos, conseguir cualquier cosa en estos tiempos por la derecha es toda una proeza, y quizás hasta sea cuestión de suerte. No saben todos esos que «resuelven» por detrás del telón, de las cosas que se pierden en una buena cola.