miércoles, 12 de junio de 2013

El puente del riachuelo sin búho

 
“De pie (...), estaba un hombre que miraba la rápida corriente de las aguas...”.

Ambrose Bierce

Cuando se disponen a bajar lo hacen rápido. Toman las cubetas y las sumergen en el riachuelo, que unos días suele estar más abundante para suerte de los recaudadores. Luego escalan hasta la superficie, chorreando el líquido, agarrándose de la pobre ladera, impulsándose con las hierbas infértiles o siendo ayudado por algún compañero. Ya en la cima, respiran profundo, por si no pudieron hacerlo allá abajo, y se marchan, gloriosos, con el líquido saltando de los envases.

Algunas tardes la fila de hombres crece con más frecuencia. Se les ve desde lejos. Conversan, mientras uno por uno descienden desde la carretera hasta desaparecer en los bajos de las aguas. Algunos montan bicicletas, otros llegan en carretones de caballo y los menos se marchan caminando con la mano tensada por la presión del peso de la cubeta. La fila disminuye a medida que avanzan las horas, al igual que el arroyo.


Muchas veces me he preguntado para qué utilizan el líquido y me he alarmado imaginándolo. Desde mi casa (que está alrededor de 400 metros del lugar citado), en las noches que el viento sopla enérgico, se siente el terrible mal olor del riachuelo. El hedor inunda todos los espacios y uno protesta y maldice porque alguna empresa no es eficiente en el tratamiento de sus desperdicios.

La polución, que por años ha sido inclusiva del paisaje de Pueblo Griffo, se extiende hoy por muchos parajes, llegando quizá, a la ya contaminada bahía. Pero tal vez, es este nuevo uso mucho más significativo que la pasividad de la peste dominando el panorama del barrio.

Sobrepasar el riachuelo se convierte en una prueba contra los olfatos, y si por alguna necesidad estratégica (hace algún tiempo) se decidió ubicar grandes fábricas dentro de la ciudad, al menos se debió garantizar que su proceso no afectara a los habitantes y al medio ambiente de los alrededores.

Ahora bien: lo más probable es que estas personas estén utilizando las aguas como alimento para animales, dígase caballos o puercos. Para ellos conseguir la comida de los mismos es bastante difícil (por la ausencia de opciones en mercados mayoristas para estos casos), por lo que pocos pueden reprocharles que tomen un líquido que está al libre albedrío ya localizado en Pueblo Griffo.

Ello presupone que el arroyo contiene sustancia orgánica o por lo menos útil para alimento. Si fuere de este modo, ¿por qué se desecha?, ¿tienen conocimiento los que vierten esa sustancia o los responsables de velar por el medio ambiente en la provincia que esto sucede?, ¿no sería más inteligente aprovechar el líquido antes de ser descartado y ponerlo a disposición de quienes lo necesiten?, ¿es peligroso que estas personas alimenten a sus animales con esta sustancia?, y si esto último fuera cierto, entonces: ¿por qué se vierte o por qué no se ofrece la seguridad necesaria para que esto no ocurra?

Son interrogantes que en estos años el riachuelo ha sido incapaz de responder. Los que vivimos en este lado de la ciudad hemos tenido que acostumbrarnos a los olores penetrantes y nos preguntamos a nosotros mismos el por qué nadie más se preocupa por la ferocidad del paraje que ahora, en las tardes, es asaltado por una fila de hombres que miran fijo las aguas y se dispersan.

2 comentarios:

  1. ...y lo dices asi tranquila? haz una investigación de cuántas personas se han enfermado de cáncer en los últimos años ....saluti desde Italia

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  2. me ha gustado tu blog y estoy linkando algunos post haciendo referencia a su página. Saludos desde Italia http://cubadice.blogspot.it/

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