martes, 31 de enero de 2012

El tiempo

Cargo el tiempo sobre la espalda. Me acuerdo de ti más seguido desde la última tormenta. ¿Será que arrasaste con la casa, o fue la lluvia y los vientos? Da igual. Ando errante. Ando loco. Ando sin las marcas de tus dientes en la piel. Ando sin pies, en una suerte de cabalgata que no acabará nunca.

Ojalá esto fuera un sueño y despertara. Ojalá estuviera muerto y resucitara. En cambio, tengo un dolor insoportable en la columna, y apenas me puedo despegar del reloj. Siento, a veces, como el minutero me están rajando la piel.

lunes, 30 de enero de 2012

Pedro


Pedro no sabe cuán podrida está la madera donde pisa. Desconoce el día, o la noche, en que los cleptómanos vinieron a llevarse su casa. No los vio con los bolsillos repletos con la lacena y los cuadros y las sábanas de los cuartos. Pedro ignora cómo se le derrumba la vida. Pedro no ve a la señora con guadaña que le hace señas desde el portal.

jueves, 26 de enero de 2012

Cine

No recuerdo el nombre de la película, pero aún llevo las papeletas, sajadas al medio, dentro del bolso; y cuando me tropiezo con ellas, como sin querer, como si yo no supiera que están ahí, que revolotean entre mi agenda y el menudo del monedero, me parece que vuelves a respirarme dentro. Las miro y las acomodo otra vez en el lado izquierdo, junto a la grabadora y los bolígrafos, pero ellas se me prenden de los dedos, y yo que no, que se estén quietas, que me hagan caso, que hace días que no tengo noticias de ti, que estás lejos, que lo estarás… pero no me hacen caso. Entonces se ponen a trotar por el borde del zíper y suben por el asa y continúan por el brazo, los hombros, y en la oreja me hacen cosquillas, como tú en aquella butaca a ciegas. Después me caminan por las mejillas, como tú, hasta morderme un labio, como tú, y allí se quedan, pegadas en la boca, como tú. Y ellas que no sospechan, que aún nosotros, estamos averiguando de qué trataba aquella película.

miércoles, 25 de enero de 2012

Favor



No rías mucho, porque entonces no puedo atender bien a la clase y me figuro estrellándome en tu boca, con tus dientes, con tu lengua. Se me pierde la pizarra, eso de los productos, las divisiones o los sustantivos y los complementos directos, no lo comprendo. Entonces empiezan a saltar las metáforas (o las ecuaciones) y se te posan en los labios, ¡y yo que siempre he tenido hambre de metáforas! No me hagas eso, al menos en clases, no sonrías.

martes, 24 de enero de 2012

Sin labios

Mírame: estoy hecha un desastre desde el último beso. Te lo dije, que tuvieras cuidado y no empacaras en el maletín también mis labios. Debiste guardarlos debajo de la toalla o a un costado de la sábana, les encantaba acurrucarse en tus cosas. Pero resulta que ahora apenas puedo dibujar las sonrisas y me sobrarán los creyones porque ya no tengo dónde pintar. No me miro al espejo, ¿para qué?, no quiero verme sin labios, y mucho menos imaginar los tuyos devorándome.

lunes, 23 de enero de 2012

Tu cicatriz

¡Amo tu cicatriz!; sin ella es difícil creerle la misma geografía a los cuartos. Amo la cicatriz que te parte en dos la muñeca, que te dibuja en el brazo un surco de historias que me gritan, invitándome a vestirme de granjera bruta y mancharme las manos de tierra. Amo la cicatriz que te duele en el tiempo.

¡Amo tanto tu cicatriz!, que sin ella es difícil creerte las letras, sin ella: no estaría yo perdida en un camino sin señas, no estaría yo mirándote a los ojos ni esperándote después de los cuentos.

viernes, 13 de enero de 2012

Lola


Cuando me di cuenta estaba con los calzoncillos de dormir frente a aquellas tres niñas locas que me miraban como si yo fuera el asesino de su osito de peluche. Juro que no fui yo. Sí, ya sé que hice cosas exageradas para llamar la atención de Lolita, como eso de cortarle la trenza o rayar la ventana de su cuarto, pero es que el amor se manifiesta de formas raras, además es ciego, ella no debió darle mucha importancia. Lolita es el amor de mi vida, por eso sus tres amigas me sentaron en este banco, para hacerme un juicio, por eso me están mirando como si yo fuese el niño que orina todos los días su jardín, y no soy yo, yo soy inocente, lo prometo por mis robots y mis carritos de control remoto. Mi único pecado es amar a Lola, ¡dios mío!, muero cada vez que la veo meterse los dedos en la nariz como si fuera un túnel o cuando se acomoda sus espejuelos gigantes a mitad de la cara, es una belleza. Por eso no dejaré que esas tres locas me impidan desposarla. Devuélvanme mi ropa, vamos, rápido y no me miren más así, no estoy loco, solo es que la amo mucho. Sí, amo a Lola.

jueves, 12 de enero de 2012

Ataques

Ellos hablaron de cosas que yo no entendía, estaban afuera de mi ventana y encima de la guagua y debajo de mis pasos. Estaban esperándome cuando me levanté y luego me abrieron la puerta de mi casa y me ofrecieron manos resbalosas para bajar las escaleras y fueron sembrando espinas en el camino donde yo coloqué los pies después. Ellos estaban sin rostros, pero yo los conocía, tienen ese olor insoportable, el de siempre y se me pega al cuerpo, ese mismo olor a sarcófagos que me obligan a llevar en la frente.

No sé con exactitud cuándo aparecieron, creo que fue esa noche donde sangré hasta el amanecer, no sé, ni siquiera tuvieron la decencia de avisarme que vendrían. Tal vez fue cuando alcé la voz en el balcón o cuando empecé a escribir las paredes de la ciudad. Sé que intentaron borrarme las palabras, lo sé porque me duele la conciencia cada vez que atacan mis graffitis ante los ojos de todos; sé que los rayan, los mean, los escupen…

Ellos, últimamente, han dejado su vida para ocuparse de la mía, se olvidaron (y no lo entiendo) de cómo hay decenas de senderos para  llegar al mismo sol. Ellos ya son tan míos que me es difícil darles una patada al despertar; ellos me pertenecen tanto que ya me acostumbré a cargarlos y voy a construirles una casa en el sótano para que no me molesten tanto.

martes, 10 de enero de 2012

Aquella ciudad

Foto: Ismael Francisco
Los edificios de aquella ciudad se tragan el sol todas las tardes, luego las nubes y la luz. Los edificios de aquella ciudad me enseñaron vendavales desde las alturas, me enseñaron rostros con marcas y otros mares. Los edificios y aquella ciudad me robaron tanto, que ya no sé si vivo en su recuerdo o de su pasado, ya no sé si espero volver o quedarme, ya no sé si me llama o me viola, si me busca o me abandona, si me espera o me maltrata, si me invita o me olvida o me rompe o me besa o me hace al amor a la sombra de alguna calle sin dueño. Y existen misterios vagando entre adoquines que no descubriré, existen silencios peligrosos… aún así, me enamoró una tarde con estrellas, justo después que unos edificios se tragaran el sol.

lunes, 9 de enero de 2012

Al pie

Al pie de cualquier bosque sembré nuestra planta. Al pie de cualquier casa escondí nuestra promesa. Al pie de cualquier mar solté nuestro barco. Al pie de cualquier senda tracé nuestras huellas. Al pie de cualquier cuarto solté nuestras fieras. Al pie de cualquier calle pinté nuestro graffiti. Al pie de cualquier foto tatué nuestras iniciales. Al pie de cualquier nota edifiqué nuestra historia. Al pie de cualquier espejo grabé nuestras muecas. Al pie de cualquier museo coloqué nuestras estatuillas. Y al pie, siempre, al pie de cualquier viento sigo esperando nuestras vidas.

jueves, 5 de enero de 2012

Escondidas


Vamos a jugar a las escondidas, cuenta hasta diez y no hagas trampas. Ptsss, te estoy viendo los dos ojos abiertos, pillo!!!!!; dale, cierra y empieza a contar otra vez, por el uno, no por el cinco. Me voy a esconder, no salgas hasta que llegues a 10, no, no, mejor a 20, recuerda la apuesta: si me encuentras nos hacemos novios, si no tendrás que limpiar el jardín, quitar todas las malas hierbas. No, mejor de esta otra forma: si me encuentras nos hacemos novios y limpias las malas hierbas del jardín y si no lo haces me cargarás la mochila de la casa al aula por un año. No protestes, sabes bien que por tu culpa me partí la cabeza, por correr detrás de ti en el patio cuando me robaste el blumer del baño. ¿Que no sea injusta?, vamos Pablito, cuenta de una vez, tú lo que quieres es hacerte novio mío sin esfuerzos, y eso no va. Dale, cuenta, yo estaré detrás de la columna, oíste.

miércoles, 4 de enero de 2012

Besos en invierno

Bésame el lunar, por favor, este de la mejilla o el del cuello o el del muslo, da igual, solo quiero sentir que me besas, que me queman tus labios. Hace frío, ¿acaso no ves la mancha en el espejo, o las colchas que ya dibujé sobre la cama? Hace un frío de infiernos al revés, de esos que me cambian el humor si no me besas, de esos que me harán morir si no me calientas. Prendamos una hoguera al pie del colchón y sentémonos a cocinar los besos, los míos los quiero al carbón y con cebollas, ¿y tú? Ven, hagamos rituales frente al fuego, inventémonos historias de indios y animales y cazadores; dibujemos con las brazas labios en las paredes, para si un día me faltas, para si un día no hay besos. Hace frío, mucho frío, mi nariz quiere reventar y apenas me siento el cuerpo; ven a besarme, bésame el lunar, que ya es tarde y se le está yendo el color.

martes, 3 de enero de 2012

Algunos días

Me encanta despertar, bueno, algunos días, o mejor: unos pocos días… eh… este, eh…, escasos días, vaya que me encantaría despertar sino fuera por culpa del pito insistente del panadero que me pega al techo; cuando caigo de panza sobre el colchón, ya me ha cambiado el humor, que raro.

Pero la tortura no termina. Logro despegarme un ojo con dificultad, entreabro la persiana, y el sol ni siquiera le ha ordenado a los gallos que canten, cómo es posible. Y allá va el señor, otra vez: piiiiiiiiiiiiiiii, caramba. No se cansa de dar vueltas alrededor del edificio, no se marea, no se detiene, no se le va el aire; y esta vez grita a todas: “el pan, vamos el pan, el pan suave y calientito”. ¿Pero señor, si aún no tengo fuerzas para levantarme de la cama, que las voy a tener para bajar 4 pisos a comprar un pan?, como si viene con el mismo horno.