Mírame: estoy hecha un desastre desde el último beso. Te lo dije, que tuvieras cuidado y no empacaras en el maletín también mis labios. Debiste guardarlos debajo de la toalla o a un costado de la sábana, les encantaba acurrucarse en tus cosas. Pero resulta que ahora apenas puedo dibujar las sonrisas y me sobrarán los creyones porque ya no tengo dónde pintar. No me miro al espejo, ¿para qué?, no quiero verme sin labios, y mucho menos imaginar los tuyos devorándome.
No hay comentarios:
Publicar un comentario