miércoles, 8 de agosto de 2012

Alcancía

Mi madre rompió la alcancía con un martillo y estuvimos barriendo las esquirlas durante todo el mes. La figura se desmoronó regándose por toda la casa en pedazos imperceptibles, y luego nos hicieron heridas en la planta de los pies, pero el dinero no alcanzó para las curitas. Mi madre reunió las monedas encima de la mesa, las fue contando una por una, mientras se le encorvaba el cuerpo de tanto dolor. Ese día volvimos a comer arroz y frijoles y volvimos a tener hambre cuando fueron las diez y nos volvimos a dormir pasándonos la mano por el estómago. Mi madre lloró el resto de la noche hundida en un mar de pesetas y lanzó una, quizá dos, hacia arriba, apostó cara o cruz por el futuro, con la esperanza de que algún día no tuviera que plantar el martillo en otro sitio.

4 comentarios:

  1. Ay, Meli, qué lindo escribes, ¿te quieres casar conmigo?

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    1. jajajajjajajja, qué es eso Luis Enrique?? jajjajajja... gracias de todas formas por la proposición, un beso grandeeeee.

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    2. ¿Ves por qué yo apuesto por la hija de tu madre, aun con el borde de las monedas?

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    3. Graciasssss Mila, y siempre, ya casi tendré que pagarte por esa forma tan dulce de subirme la autoestima y me darme ánimos... sabes que te apreció un montón y que me digas cosas como estas, de verdad, significa mucho. Un beso gigante, de Eva, del mar y mío... Muasss.

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