Foto: Gabriel Davalos |
Vino el mar a robarnos cientos de veces. En las mañanas, trajo olas dulces que nos dejaron granos de azúcar en el pelo, y después las volcamos en el café, riéndonos, en las tardes, y el mar sin saber cómo nos tragábamos su azul, y el mar sin saber cuánto bien nos hacía en el cuerpo sus locuras. Trajo crestas salobres, en las noches, pero ya habíamos aprendido a querernos demasiado, a no detener la danza por ningún temporal, todo ese tiempo, habíamos aprendido a ser eternamente nuestros y del baile.
Entonces tus pies rajaron el viento y mi mano tocó, por primera vez, el vacío, y se nos sajaron los pechos de tanto abrirnos al ladrón de nuestras intimidades, y seguimos bailando, al compás de no sé cuál música, pero juntos, pero bailando, y yo sosteniéndote despacio encima de mis miedos y tu arqueada como la luna antes de dormir, y nosotros de pie, al mar, a ese mismo mar que vino a robarnos cientos de veces y que aún grita celoso por no haber aprendido, ni siquiera, a imitarnos.
Simplemente... lindo
ResponderEliminarGracias, millones de ellas, también en las mañanas y en las tardes y en las noches... gracias saladas y dulces... gracias, y que el mar no venga a robarnos muchas cosas.
ResponderEliminarUn beso grande.
que venga todos los días el mar, las veces que quiera, será siempre bien recibido, pero por favor, que nunca te robe a ti, sería una pérdida irreparable
ResponderEliminarUuufffff!!!!, cuantas gracias, jajaja, gracias, y tranquila, creo que el mar ya nos robó suficiente...
ResponderEliminarBesitos.
ajjajajjaja, ok... y bueno, no pasa nada, que podemos tomar café con lo suficiente que nos robó. Aunque creo que también podemos quedarnos de pie (y bailando) aunque se nos sajen los pechos; podemos quedarnos bailando (y de pie), porque el mar, aún con lo que nos robó en sus manos, aún cuando nos mire y se ría a causa de la presunta victoria, tampoco aprenderá a imitarnos.
ResponderEliminarjajaja, tienes razón, no aprenerá, y nosotras no debemos detener la danza por ningún temporal.
ResponderEliminarMako: así es, eso no lo olvides nunca.
ResponderEliminarCarli, amor: si ese mar se atreve a robarme algún día, pues gritaré fuerte tu nombre y estoy segura que la ola se alejará al instante. Gracias siempre, un besote.
Muchacha: El mar vino a traerte cosas. Y a nosotros. El mar siempre trae. ¿Por qué crees que la ola siempre busca nuestra orilla? Ese mar te trajo esa inspiración y nos dio a nosotros este post. Ese mar que refresca 100 fuegos con M de Melissa. Un beso.
ResponderEliminarMila: nunca podré a pagarte por toda esa marea de optimismo que siempre me traes(me traes tú), me buscas o me encuantras. Gracias y un beso grande, grande, grande, de aquí a Camagüey. Muaaaaa.
ResponderEliminarUfff!!! sobra la "a" en la 1era línea... y al final es encuentras (claro), sorry por los dedos mal colocados... besos más grandes.
ResponderEliminarMeli, al mar todo se le perdona...deberías enseñarlo a danzar también.
ResponderEliminarjajajjaj, Leydi, sí, ya sé que amas al mar, así que ok, a enseñarle danzas. Un beso
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