lunes, 11 de julio de 2011

Cuando se van las hadas

Lo que duele quizás es esta aurora.\ Lo que sangra mi voz, lo que me aterra \ Es esto de sentir que a cada hora \ Se está volviendo un poco más de tierra...

Carilda Oliver Labra

  Mi abuela era la mejor abuela del mundo. Y ya no está. Hace dos años que no está. No pude siquiera despedirme, no le di el último beso, ni le apreté la mano.
  Mi abuela, la mejor del mundo, estaba en un hospital, no podía caminar, ni levantarse de aquella maldita cama para ver los atardeceres. Mi abuela no tuvo otro paisaje que enfermeras con sueros y jeringuillas con sabor a dolor; no tuvo otras esperanzas, ni otras oportunidades. ¡Pero era tan bella!, que ni siquiera aquella geografía desafortunada pudo quitarle el color rosa de los labios, la confianza de las manos, o la candidez del rostro.
 
Mi abuela bajaba todas las tardes a un salón donde yo no podía entrar.  Radiación, decía el letrero de la puerta. Pero las cosas se complicaron, justo cuando faltaba una ultima sesión, y el salón no pudo detener la enfermedad que ya estaba por toda su espalda. Fue entonces cuando una mañana me quedé con la leche caliente y el pan con mantequilla dentro del bolso. Llegué con el desayuno, más ella nunca lo supo.
  Me quedé en un rincón, el rincón más triste de mi vida, a esperar, no podía hacer más. No quería escuchar nada, pero no quería irme. Entonces me di cuenta que no podían reanimarla, que no despertaría, que no iba a hacerlo.
  Casi me obligaron a salir, y fui para la casa. El cuarto se me hizo eterno, y el reloj nunca caminó como debía. Estaba sola, la soledad más triste de mi vida.
  Eran más de las doce cuando sonó el teléfono, la llamada más triste de mi vida.

2 comentarios:

  1. sencillamente lindo, triste, perfecto, cruel, sentido, estas cosas son las que enamoran, son tu mejor vestido, tu mejor pintura, las de tu alma, te kiero

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