"Tú y yo, dudosos, aburridos / de la misma compañía, / de mirarnos, de pensarnos, de estimularnos… / Hartos de la unidad de nuestras vidas / -apacible la tuya, peor la mía-".
Arrufat
Terminó de caer la última hoja y no pude salvarnos. Pero es que tus manos nunca estuvieron prestas durante los accidentes, ni supiste o quisiste, encender los fuegos cuando hizo falta. Y yo que cargué todo el peso, y yo que aún me veo, de madrugada, limpiando las madejas de nuestros pesares y las manchas de nuestros errores. Yo, que cuando tú callabas hablé de más, y cuando hablaste aprendí a recoger las palabras del suelo. Yo que te amé, que te regalé hasta mis huesos; ¿qué me va quedando?
Nada. Estoy vacía. Sin palabras para grabar en los papeles de siempre. Sin fuerzas. Sin respuestas ni ánimos ni esperanzas ni credo. Cansada. Me sé los atardeceres de memoria, y la geografía de los caminos por donde transitaremos, y las cosas que pasarán. Estoy sin ánimos, con miedo, al borde de mi cerebro y a punto de saltar, y abajo solo hay púas.
Nada. No veo, no siento, no quiero. Todo está oscuro y en silencio.
Y yo que aún tengo miedo de empujar la puerta y tragarme la luz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario