viernes, 17 de febrero de 2012

Derrumbes


Uno nunca sabe cuándo va a ocurrir un derrumbe. Uno no camina mirando al cielo, ni se fija demasiado en las rajaduras de las paredes, como si no valiera la pena detener el desplome o como si tuviera cosas más importantes de que ocuparse; ¿cuáles? No lo sé, pero uno siempre camina miando hacia el frente –a veces al pasado-, sin escaleras para evacuar, ni cascos para protegerse, tampoco con los números de las ambulancias tatuados en la frente.

¡Hay tantas cosas en la vida que se derrumban!: un castillo de arena (o de naipes), una pirámide, un edificio, un proyecto, una verdad, una mentira, un juego, un matrimonio, una promesa, una montaña, un sueño, un amigo, una vida, el fin; sí, ¡hasta los finales!

Los pronósticos, ante un derrumbe, siempre son graves, y uno encuentra lágrimas pegadas al concreto que dan más deseos de llorar e historias en los escombros que suben, se evaporan, gritan. Luego están esos hombres, vestidos de valentías, con morteros en las manos. Ellos vienen y tumban lo que el tiempo no pudo, desmantelan, bien rápido, los vestigios de las no precauciones. Entonces el polvo comienza a nublar y a tupir a la ciudad, y lo ruidos molestan a los vecinos y hay cintas que dicen: no pase, y escaleras y cascos y ambulancias.

Los cementerios tampoco se preparan para los derrumbes, no hay espacio para criptas con fantasmas sin esencias. No hay lápidas ni epitafios ni flores apropiadas para combatir las sorpresas. Lo carros fúnebres deberían revelarse ante los derrumbes.

Yo venía, una vez, caminando por la habanera calle Infanta. Era de noche, no demasiado tarde (tampoco para los derrumbes) y vi las cintas y los policías y las ambulancias a mitad de la calle, pero ni siquiera me detuve; ya ves: uno nunca sabe cuándo va a ocurrir un derrumbe. Al día siguiente, en medio de una clase, nos informaron que la tragedia de la esquina se había llevado con ella a (otros) cuatro desprevenidos.

4 comentarios:

  1. Melissa: Lo peor de todo derrumbe es su falta de honestidad. Porque el derrumbe no tiene amigos; nunca avisa. Un beso.

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    1. Así es Mila, así es. Gracias por tu honestidad y tu amistad siempre. Un besi.

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  2. Meli… ya no se que es peor si el abusivo deterioro del implacable, la indolente irresponsabilidad de los responsables o las intransigencia e ignorancia de los más perjudicados…

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    1. Así es Ariel, una conjunción de factores que para nada es buena, para nada... Gracias por leer siempre. Un besi.

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