Cómo iba yo a cortarme en pedazos aquella tarde y después subir al baúl o a las nubes o a la montura -qué más da- y perderme entre la hierba, entre las piedras, entre el silencio de la casa y las palmas. Fue difícil no gritar, no ahogarme en la garganta, no detenerme frente al muro de los desconocidos y decir: hola. Fue difícil el otro comienzo. Pero resurgieron tantas cosas: el mar, por ejemplo, y una brisa y unas letras y un camino. Hizo sol toda la tarde, toda la tarde y después, pero tú estuviste para rescatarme, para robarme unas cuantas escencias, para desnudarme frente a todos y después callar.
Y después yo, escribiendo sin límites, dentro de mí o de ti, ya ni sé, yo frente al papel y el papel y el papel....
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