… me perdí del camino y extravié los rumbos, o los confundí.
… empecé a ser diferente, a equivocar las verdades y a hacerle el amor a la mentira durante toda la noche, y en las mañanas.
… giré la cabeza y dejé de escuchar los únicos consejos que necesité en la vida.
… coloqué las discusiones con los amigos, con los amantes, con las madres y las hermanas; las busco desesperadamente para sanarlas, pero apenas veo sombras.
… me escondieron al amor, por dios, solo deseo saber dónde.
… te me ocultas después de las lluvias. Tengo el paraguas roto y la capa agujereada, pero siempre dejo la ventana abierta.
… puse los poemas y aquel libro que olvidé regalarte.
… se me disimulan los niños que no tendré, apenas me dará tiempo a soñarlos.
… están los celos, los agravios, la hipocresía, la falsedad, dime dónde, porque no quiero fallar con las bombas.
… hay luces de colores o cuchillos con formas oblicuas que me desgarren por dentro.
… está mi futuro, el de verdad, no este maldito infierno donde me debato con minotauros y mariposas que me cosen los labios. El de verdad, no estos días de suelos cuarteados y realidades que sangran. No esto, con letras inservibles, y estancias sin flores, y espacios de soledad prolongada. No esta incredulidad del diablo que no me deja correr a otros brazos.
Dónde está, es que lo estoy esperando, no importa si llega el último día, quiero aguardar por él convencida de que existe. Entonces, la muerte, me sabrá a gloria.
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