Me senté sobre el punto final del párrafo, como esperando otras palabras, pero no aparecieron. Estaba sola después de las ideas, de las comas y de otros puntos suspensivos. Y vino un temblor de sustantivos que me tumbó sobre el papel en blanco. Allí estoy, hace un buen tiempo, con frío, con hambre, con miedo… esperando, terriblemente esperando a que alguien venga, con sus dedos llenos de tinta, a escribirme las letras encima.
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