jueves, 3 de mayo de 2012

Colores

La pintura me empezó por las uñas y antes de la tarde ya me había subido por los dedos hasta la muñeca. Se me confundió con la piel, bien despacio, mientras intentaba pensar en otras cosas. El cuerpo no fue más de un tono pálido, sino una gran paleta de colores de algún genio impresionista. Luego sucedió con la casa, las ventanas, las alfombras, la cocina, todo fue tiñéndose de azules y de verdes y de naranjas y de rojos. Me tendí boca arriba sobre la sala, respirando también en colores, tosiendo en colores, mientras la Parca, como el arcoiris, se recostó a mi lado para explicarme los nuevos reglamentos del infierno.

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