La mentira tiene un solo rostro. Yo la conocí hace años, era muy niña, pero no olvido la forma en que me sacó la lengua y me rompió los juguetes con una gran sonrisa mientras yo me escondía debajo de la cama. Ese día la vi, con unos trajes enormes y una soga en la mano; y aún cuando cierro los ojos, recuerdo sus pasos, y la siento, de nuevo, encima de mí.
Tengo su mirada clavada en la sien y cada vez que está cerca, me sube un desespero que me ahoga torciéndome la garganta hasta asfixiarme. No sé por qué me persigue. Tengo los pies roídos de escapar, aún así, siempre me encuentra. Puede disfrazarse de cualquier rostro, metamorfosea a gusto en cualquier cuerpo, en cualquier gesto, y el aire se inunda de ese olor a ella. La reconozco aún en sueños.
¡La he tenido enfrente tantas veces! Me ha mirado y me ha mentido con las mismas palabras, una y otra vez, sin pestañear apenas, ecuánime, matando dentro de mí cuanta inocencia o esperanza o buena voluntad encontrara.
Me sorprenderé, de aquí a unos años, bien vacía. Sin alimento que pueda ya contentarla. Espero ese fin. Saldré a la calle sin miedo a tropezarme con ella en las esquinas y me sentaré en algún rincón para ver si comienzo a olvidar todas las veces en que alguien vino (en que tú viniste) con ese rostro fresquísimo a escupirme de mentiras.
No sé si podré salvarme, no sé si recuperaré la confianza y vuelva a creer en los amaneceres o en los amigos o en los amantes o en las familias, las promesas y las palabras. No lo sé. Más espero, que al borde del abismo, al menos ella me deje creer, de verdad, que he muerto, que soy un cuerpo común al que comerán lo gusanos con un gusto terrible, que olvidaré, de verdad, a todos esos rostros que me han mirado y me han mentido.
Quizá los perdone, al fin y al cabo fue ella, que desde niña me persigue, la que se les metió dentro y los obligó a despojarme de mí, a hacerme una peor persona, a degollarme por debajo de la piel, bien despacio. Quizá, al despertar, reencarne yo en ella.
claro que podrás recobrar la confianza en tus amigos, en los amaneceres y en todo lo que te rodea,yo lo hice,tú también podrás,un beso
ResponderEliminarGracias nena, un beso inmenso...
EliminarMelissa: La mentira habla tanto porque tiene un miedo terrible. La sola cercanía de un gesto sincero le desarma todas sus letras. Pregúntale a Eva, ella lo sabe bien.
ResponderEliminarMila: gracias inmensas siempre. Lo tendré en cuenta. Usaré tus palabras como escudos contra ella. Un besote.
EliminarMelissa, ahora que finalmente la descubres, que ya te hartaste de sus artimañas y te despojas de todas sus mentiras, has que no escape de tu verbo, resurge y cicatriza en tus recuerdos y los perdones. Su propio miedo irá a dar con las sombras al final del túnel porque en ti se está cerrando ya otra puerta; no desmayes amiga... hazle pagar por los engaños
ResponderEliminarGracias Ariel, siempre, ok eso trataré de hacer, en la lucha contra ella, un beso.
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