viernes, 4 de mayo de 2012

La curva en la carretera

Nunca antes estuve en un accidente. Son espantosos los gritos, los ojos, las expresiones de los rostros que tienen que ser las mismas de uno. Y luego todo el mundo corriendo, bajando de la guagua con un susto de muerte, sacudiéndose los vidrios de la ropa y echándose saliva en las heridas casi imperceptibles que descansan como puntitos rojos por toda la piel. Después los abrazos al borde de la carretera, las miradas intrusas y alarmantes de quienes venían detrás (o delante) en otros carros, y nuestros uniformes azules temblando y temblando. Y los ¿estás bien?, ¿te pasó algo? y luego las lágrimas, vivas, a borbotones que no parecían tener fin.

Y el chofer del camión con un rostro demasiado cobarde aguantando las bofetadas en palabras del chofer de la guagua; y nosotros llorando y subiendo otra vez al ómnibus para agarrar las mochilas donde venían los libros y toda la ropa sucia de la semana y ver toda aquella sangre, en coágulos, repartida entre los asientos y los gritos y gritos afuera y adentro y la sangre también en los maletines y cogiendo yo el mío y el de Leslie que solo atinó a bajar la cabeza cuando sintió el golpe.

Y después ponerse una fuerte, como una mujercita, cuando vimos bajar de la guagua a una chica con el codo deshecho y pensar, condenadamente pensar, que pudo haber sido cualquiera de nosotras.

4 comentarios:

  1. Me encanta como escribes, haces sentir que uno también vive tus historias. Esta por desgracia, también he sentido que la vivía.

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    1. Tintineos: hola!!! gracias miles, a mí me encanta que te encante y que vivas estas pocas historias. Gracias nuevamente.

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  2. No estaba ahí pero recuerdo,ese y tantos otros accidentes de aquellas curvas,son cosas tristes,cosas que a cualquiera le hubiese podido pasar

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    1. Recuerdas Yailin, fue terrible aquel día, uff!!! Un beso grande...

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