martes, 27 de septiembre de 2011

Raro


 Las noches ahora son diferentes. Aún te espero. El cuarto se me hizo grande de repente y ni la grabadora, ni la extensión, funcionan. El ventilador no entiende (apenas mueve las aspas), mucho menos el reloj o las sábanas. Y yo que aún no me atrevo a decirles ni una sola palabra, yo que aún invento subterfugios sin sentidos; y tú que todavía me estás mirando desde las fotos. Anoche, mientras intentaba escribir, me invadieron esos malditos bichos de la luz, y casi dejé que me devoraran. No sé si las picadas sobrevivirán al tiempo, o tú.

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