De vez en vez, cuando mi mamá no está mirando, le robo un traguito a la botella de vino que guarda para las visitas. Mi musa me ha dicho que eso la ayuda a dictarme los sintagmas. Y yo que siempre he sido obediente…
Voy hasta el refrigerador en puntillas, como Raúl, el primo de Bebé; mi mamá no es la Señora Don Pomposa, ni tiene bigotes gigantes, pero yo logro, finalmente, “robar” el elíxir. Se dará cuenta, lo sé, porque en la casa solo vivimos las dos, pero yo argumento con una frase que escucho a menudo:
- Oye, esta botella tiene un salidero.
Sí, lo tiene, como las tuberías del agua.
Un día llegó una de esas visitas para las cuales se guarda la botella de vino. Era una visita de aires lejanos, imprevista. Enseguida le trajeron el vaso lleno de la botella de vino que se guarda para las visitas. Y entre conversaciones, también lejanas, la visita degustó la bebida de mi musa. Se marchó, como hacen todas las visitas, dejando más salideros en la botella.
Pasó una semana antes de que mi mamá se diera cuenta del troque. Me llamó alarmada y entre las inevitables risas, dijo:
- No me lo vas a creer, me equivoqué de botella, y le di a la visita vino seco.
Mientras aspiro a tomar del vino (verdadero) de tus visitas, voy probando trago a trago tu blog. ¡Qué buen bouquet!
ResponderEliminarJaajaja, no se preocupe, yo me aseguraré de reservarle el "verdadero"... y un millón de gracias por beber de mi blog, de veras... un besi
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