lunes, 27 de junio de 2011

Puertas

  Lo terrible de no saber cerrar las puertas es que en el momento menos imaginado se volverán a abrir. Y no sé qué traerán esta vez. No estoy preparada para enfrentarlas. Pero la culpa no es mía. No soy responsable por no saber quién o dónde esconden las llaves.
  Tirar las puertas es parte de un reflejo incondicionado, pero cómo obligarlas a quedarse quietas. He enterrado muchas cosas detrás de mis puertas: un sentimiento, una palabra mal dicha, una espera eterna, una vergüenza, una ira, esperanzas rotas, lágrimas saladas y otras dulces, un amor fallido, una canción, una ropa, una amistad falsa, una letra…
  ¿Por qué si nos entregan puertas, no nos entregan también llaves? Necesito dejar atrás mi pasado, pero sin llaves es imposible. Maldigo al viento que tira de mis puertas en el único momento que no debe. El olvido depende de un mero efecto: abrirse. ¿Y que tal si nunca puedo olvidar lo que debo?, ¿o si constantemente vivo en el ayer sin poder avanzar?, ¿y si espanto al mañana con alguna aparición detrás de mis puertas?
 
¿Y mis puertas?, ¿son mías realmente? ¿Qué son?, ¿mis pesadillas recordándome todos los malos pasos que he dado, un afilado punzón que me ataca cuando ya estoy repuesta?
  Pero el tiempo se desvanece, y todo vuelve a estar en la oscuridad, y ser inseguro se vuelve un castigo. La solución es desconocida. A veces, en los intentos por avanzar, retrocedo; y en los de retroceder, avanzo.
Suplico encontrarme, imploro naufragar sin mis puertas, sin la incertidumbre de llaves perdidas, sin la desilusión comiéndome el vestido, sin esas voces que gritan en el oído, y te estremecen, y te inhabilitan, y te avergüenzan, y te hacen creer que no sirves sin una llave, sin puertas bien cerradas, sin caminos definidos, sin resultados, porque ya no es de humanos errar, y mucho menos rectificar.
  ¿Por qué todos encuentran sus llaves y luego se sientan a juzgarte por no saber cómo hallar las tuyas?
Naufragar, al menos existe la posibilidad de encontrarte en medio de la humedad. Sabré distinguir si eres real, o si solo me invitas a quedarme detrás, jugando al pasado, al cerrajero, al carpintero.

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